Las otitis medias se manifiestan, normalmente, por la noche y suelen causar fiebre. En muchos casos, el dolor de oídos aparece y desaparece, aparentemente sin ningún motivo preciso. Esto se debe, en parte, a que los nervios del oído están conectados a los de muchas otras partes del cuerpo, como por ejemplo los del cuello, de los dientes, del esófago, de la garganta y de las amígdalas. Cuando una de estas partes sufre un trastorno o está afectada, el oído puede resentirse.
Si no sobreviene una infección, el niño no presenta síntomas específicos ni fiebre, aunque sí que nota la sensación de tener el oído tapado, lo que le causa molestia y le empuja a introducirse el dedo en la oreja. Sin embargo, en el caso de que se forme pus en el oído, se habla de otitis media serosa: el niño siente mucho dolor, tiene fiebre, está irritable, no quiere comer y puede sufrir, incluso, vómitos y diarrea. A veces, debido a la presión de pus, el tímpano, la fina membrana que separa el oído externo del oído medio, se puede perforar. Es entonces cuando el dolor disminuye, la mucosidad sale por el oído y, en la mayor parte de los casos, ésta es la señal del inicio de la curación.
En caso de otitis media, casi siempre es necesario recurrir a los antibióticos, que siempre deben estar prescritos por el pediatra. Si la otitis no se resuelve en unos 10-15 días, el médico puede prescribir un segundo ciclo de antibióticos hasta su curación.
– Durante la enfermedad, muchos médicos aconsejan suspender la leche y sus derivados (yogur, quesos, etc.) y otros alimentos alergizantes, como el maíz, los arándanos, los huevos o los cítricos.
– Para aliviar el dolor de oído al niño, se puede aplicar sobre la oreja del niño una bolsa de agua caliente envuelta en un paño, o bien un cojín que esté calentito.
– En el caso de que se trate de un lactante, se le puede aplicar sobre la orejita un pañito blando y caliente para intentar calmarle.