Si sabemos mantener una buena comunicación con el adolescente, pasaremos momentos muy agradables. Acompañarles en su proceso de crecer está lleno de sorpresas interesantes.
Dialogar con tu hijo adolescente, observar sus cambios y descubrimientos tiene momentos encantadores. Su incorporación al mundo de los jóvenes primero y de los adultos después, será una liberación muy satisfactoria para ellos y para nosotros, si sabemos educarles.
¿En qué consiste realizar bien nuestra tarea como educadores?
Como comento en mi libro Atrévete con su adolescencia, consiste, fundamentalmente, en enseñarles a ser autónomos, afrontando su vida con responsabilidad, sabiendo desprenderse de nosotros paulatinamente. Para lograrlo, nuestro adolescente necesita que nos comuniquemos con él. No es cantidad de tiempo lo que necesita pero sí calidad: un tiempo mucho más íntimo y personal que en la etapa anterior. Tendremos que dejar de dirigimos a él solo para reprocharle algo o para darle alguna instrucción: «Sales demasiado», «No me gustan tus amigos», «¡Estudia!», «Te pasas el día enganchado al móvil», «Recoge tu cuarto, parece una leonera», «¡Da la sensación de que ya no te importamos!»…
Para hablar con él debemos elegir momentos tranquilos, solo nuestros: mientras paseamos, sentados en el banco de un parque, cuando vamos de camino para compartir un deporte, después de ver una película juntos… o en un rincón tranquilo de casa, pero «a solas». Aunque a veces la comunicación puede resultar difícil y conflictiva, sin duda podremos disfrutar de conversaciones intensas hablando de lo que desea hacer, de sus sentimientos, sus ideas, sus sueños…, conversaciones que serán una delicia.